lunes, 20 de diciembre de 2010

Los días son a veces tan tristes que sencillamente no merecen la pena. No merece la pena correr, ni esperar, ni vigilar. Días tan tristes que no merecen ni un esfuerzo, ni el más pequeño movimiento. Los días así hay que dejarlos correr, como los trenes nocturnos. (Y llueve y se hace tarde y toda la tristeza del mundo no cambia nada)

1 comentario:

Clementine dijo...

El gran Ray Loriga.
Pero esos días pasan, y tras la tormenta siempre, siempre llega la calma.