jueves, 8 de marzo de 2012


A Cecilia no le gustaban los días fríos y menos los que el viento le dejaba la cabeza hecha un nido de pájaros. Cuando iba en la moto con Jaime nunca imaginaba lo que pasaría después. Sus vidas se habían convertido en una suerte de montaña rusa de las que necesitas cinturón de seguridad y arnés para no salir despedido. Más allá de todo esto siempre encontraban la calma en aquella terraza con vistas a ninguna parte en la que la noche los envolvía dándoles una burbuja en la que poder refugiarse. Allí se sentían héroes y Cecilia decía que en esas noches podía notar cómo su energía se recargaba y se sentía capaz de cualquier cosa. Ellos siempre conseguían ahí arriba un 'nosotros' y eso sabían que era algo de lo que no podían prescindir si querían seguir viviendo así. Ardiendo en bucle, juntos pero sin pertenecerse el uno al otro, simplemente hablando con los ojos y quemándose los pulmones con cada cigarrillo no fumado. 

1 comentario:

Verónica dijo...

Muy buen texto, me quedo leyendote...

besos